lunes, 30 de marzo de 2009

Rarezas

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Es extrañísimo. Uno sabe perfectamente que no debe seguir en el mismo lugar y sin embargo no se mueve. Como si fuera al revés, como si fuera el mejor lugar donde uno pudiera estar. Y aún sabiendo el coste, el desgaste, la pérdida de tiempo, uno sigue ahí. Como esperando que el resultado esta vez sea diferente por arte de magia o tal vez porque los planetas se alinearon o mis ángeles decidieron darme una sorpresa hoy. Y no, no pasa nada. Todo sigue igual. ¡Y cómo no van a seguir las cosas igual si jamás he cambiado el proceder! Sigo ahí, quietecita, esperando no sé qué. Esperando que reaccione no sé quién. Esperando, esperando, esperando.

Pero lo peor es que yo sé que nada va a cambiar, pero mi corazón y/o mi cerebro siguen necios creyendo que sí, como si ellos tuvieran algún privilegio especial o alguna injerencia divina que pudiera hacer cambiar las cosas a su favor. Pero estoy hasta la madre –y no es queja ya que no hago nada para resolver la situación-, todos los días creo que es el día en que me voy a armar de valor y será el último de ser la que siempre esté. Ya quiero moverme, quiero voltear a otro lado, quitarme las anteojeras para no mirar solo de frente.

Sé que el día tiene que llegar, pero sobre todo sé que soy yo quien tiene que iniciar el cambio.



jueves, 19 de marzo de 2009

Mi luz

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¿Cómo puedes decirle a alguien que no amas que lo amas? O peor aún, ¿cómo puedes decirle e alguien que amas que no lo amas?

Estás tan distante y sin embargo sigues tan cerca. Tus ojos me buscan y yo lo sé. Tu boca dice que no pero ellos no mienten. Me asusta lo que pasa en mi interior. No sé qué revolución nace en mí, evado los recuerdos, los alejo y de pronto me encuentro vacía de mi historia de ti.

Y jugamos a no querernos, a no extrañarnos, nos empeñamos por mantener una relación amistosa, cordial, pero que nunca funciona. Si me distraigo me espías, si te ausentas te extraño, si estamos juntas el ambiente se tensa. Y de pronto te metes en mi cama, con tu voz me seduces, tus ojos me hablan mientras tus manos me desnudan. Tan culpable te sientes por estar dentro de mi cuando le perteneces a alguien más. Al día siguiente no hablamos del tema, aquí nunca pasó nada. Nadie lo sabe, ni siquiera tú y yo…

No sé porque cuánto tiempo, pero por lo pronto sigues siendo la luz de mis ojos.