Hoy fue un lindo día, me divertí bastante. Casi siempre estoy rodeada de un montón de amigas mujeres, soy muy mujeriega y no en el sentido estricto de la palabra, simplemente me gustan las mujeres: sus rostros, sus cuerpos, sus movimientos, sus pensamientos, sus acciones sus ademanes, ¡vaya, tanta cosa! Así que aunque me rodeo de mujeres y de cada una de ellas haya cosas que me gustan, no se traduce en que me enamore de ellas. Soy una mujer difícil de enamorar, no de que me enamoren, sino de enamorarme; he ido comprendiendo que me cuesta más esfuerzo que a los demás aquello de “encariñarse”, conocer a alguien, hacer click, empatía inmediata e instantáneamente el amor –en cualquiera de sus manifestaciones- se hace presente. Yo no puedo, simplemente no puedo. Mis querencias son pocas pero constantes. Por lo tanto me he enamorado dos veces y media aunque suene ridículo, la primera vez: fantástico; la segunda: caótico, y la media restante: insufrible, así que no hubo oportunidad de que se convirtiera en amor completo; cuando no te dan permiso de enamorarte más, pues no te enamoras y ya.
Bien, pero no es este mi tema. Hoy salí a comer con un grupo de hombres, tan homosexuales como yo pero hombres a fin de cuentas. Algunos mis amigos, otros agregados y definitivamente todos guapísimos. Me hicieron el día y me di cuenta que mi fobia al género masculino no es real, es solo un disfraz de los tantos que me he comprado a lo largo de mi vida sin ninguna razón lógica aparente.
Sin embargo, en la soledad de mi cuarto, donde estoy escribiendo en este momento, caigo en cuenta que soy muy lesbiana; que los hombres son estupendos amigos, las mujeres son estupendas amigas también, pero esas pocas que mis ojos rara vez voltean a ver detenidamente, esas que roban mi atención y que me sacan la sonrisa son las que me hacen recordar que tal vez si puedo comprometerme, que tal vez no le tengo tanto miedo al amor, que sí puedo manejar el timón de mi barco, que no es necesario tensar el cuerpo y estar a la defensiva; que quizás no sea necesario correr despavoridamente cuando algún día una de esas me diga “te amo”.
Aunque la verdad, espero que para eso pase mucho tiempo, por lo pronto me conformo con gustarle a alguien y que me guste. Muero por volver a sentir eso otra vez, muero.
3 comentarios:
¡Oh! Te entiendo, a mi también me da por salir corriendo cuando siento que la otra persona va en serio y no juega como yo lo hago.
Pocas veces, contadas veces me he quedado y los resultados no son tan fascinantes como lo imaginé.
Hola Lady! Gusto de verte por aqui otra vez.
Sabes?? En ciertos casos hay otra opción que incluso puede ser mas aterradora: cuando te hacen creer que es en serio, temerosamente sueltas el cuerpo y resulta que el resultado -ahora sí- no es tan fascinante como lo imaginamos...
Jajajajaja cierto, cierto.
Las personas -el mundo- están llenas de sorpresas.
No queda más que reír.
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