viernes, 3 de abril de 2009

Sin título #4

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Qué horrible sensación provoca la ansiedad. Es como un dolor físico, se mete en tu cuerpo y casi casi lo ves venir. Se instala y pareciera que quiere quedarse ahí a vivir contigo, después mágicamente desaparece hasta nuevo aviso. Uno no valora cuando las cosas van bien en el trabajo, en la pareja, con la familia y los amigos; da uno por hecho que las cosas deben ser así. Hasta que de pronto un evento sucede a otros y todo se desequilibra: el desempleo, la soledad que representa no tener una compañera amorosa, la familia que hace como que no pasa nada y los amigos desaparecen en el momento que uno más los necesita. Y nada va bien, pero tampoco nada está tan mal. El desempleo se cura con la búsqueda de un trabajo nuevo; el amor se puede compensar con cualquier encuentro sexual ocasional; la familia siempre está ahí y los amigos se hacen presentes cuando hay ocasión para reunirse.

He descubierto que aquello de que uno da sin esperar nada a cambio es una mentira disfrazada de humildad. Por supuesto que nadie hace nada gratis, todos queremos recibir algo a cambio. Las relaciones de cualquier tipo sí son relaciones de conveniencia; desafortunadamente esa palabra tiene una connotación negativa, demuestra una personalidad interesada. Pero la verdad es que sí, todos queremos contar con alguien, todos necesitamos un hombro para llorar, unos brazos que nos cobijen, una palabra amable, una sonrisa, y nada de esas cosas se obtienen gratuitamente.

De cualquier manera me imagino que cuando uno atraviesa por una situación difícil la perspectiva se magnifica y todo se ve más grave y grande de lo que es en realidad.