viernes, 31 de octubre de 2008

El cambio es posible


Hoy recibí este correo con el siguiente texto textual –valga la redundancia-:

Courage Latino, apostolado de la Iglesia Católica para la atención espiritual y pastoral de hombres y mujeres que sufren por su condición de atracción al mismo sexo, le invitan a nuestro evento anual. Camino a la Castidad, una serie de talleres y conferencias diseñadas para hombres y mujeres en condición de atracción al mismo sexo y que quieren vivir en castidad; así mismo contaremos con talleres enfocados a la capacitación pastoral de lideres religiosos, psicólogos, consejeros y guía a padres de familia.
Este año contaremos con la presencia de Richard Cohen, autor del libro, Comprender y Sanar la Homosexualidad; el mismo autor es un testimonio de que 'el cambio es posible'. Fecha: 31 de Octubre, 1 y 2 de Noviembre de 2008
Lugar: Hotel Presidente Intercontinental - Guadalajara, Jalisco
Donativo: $ 990.00 pesos por persona Mayores informes e inscripciones en
www.courage-latino.org/castidad

Me quedé impactada, impresionada, ¡en shock! ¡Dios mío he sido una pendeja todos los años de mi vida lésbica activa!, ¿cómo no se me había ocurrido pensar que en el momento que yo quiera puedo olvidarme de Zeta y dejar de sufrir por ella?, ¡qué estupidez la mía y la de todas (os) mis amigas (os), conocidas (os) y desconocidas (os) que vivimos en la depresión por la mujer –u hombre, en su caso- amada (o)!, y lo mejor de todo es que el cambio se logra con la módica, mísera y simbólica cantidad de $990.00, ¡es una ganga!
¿En qué momento esta congregación supone que uno sufre por la condición de atracción al mismo sexo? ¡No señores míos, no es así! Uno sufre por la persona deseada, independientemente su color de piel, su religión, su raza o su sexo. Aunque es innegable que el mismo sexo es muy atractivo.

Y bien, si “sufro” por mi condición de atracción al mismo sexo, ¿además tengo que practicar la castidad? ¡Válgame la chingada! El sexo es liberador, reparador e incluso terapéutico. Ya bastante tengo en la vida con ser lesbiana –cómo me acongoja, se nota- sin haberlo elegido, vivir con el lastre que representa ser diferente y socialmente no aceptado, como para sacrificar mi vida sexual en pro ¿de qué?
Pero me invade y me corroe la curiosidad. ¿Cuál será su plan de trabajo?, ¿talleres y conferencias?, ¿dinámicas de grupos?, ¿electroshocks? ¡Ah! Además, cabe señalar, habrá testimonios fidedignos por parte de un autor quien nos hará comprender que el cambio siempre es posible si queremos, nos esforzamos y amamos a Dios. Yo creo que Dios no tiene nada que ver en esto. Él es la onda.

En fin, habría que preguntar cuáles son los paquetes promocionales:

· 2 x 1
· Descuento por grupo
· Precio especial a empresas

Chicos y chicas, ahí les dejo el link donde pueden inscribirse si creen que la castidad y “el cambio” son la mejor solución a las depresiones amorosas que por egoísmo, desamor o putería nos van dejando las personitas de nuestro mismo sexo.

jueves, 30 de octubre de 2008

Sin título # 2

google

Recibí un montón de llamadas y de mensajes de texto en el celular por mi cumpleaños. Harta gente se acordó de mí. Pero la que quería que me llamara – o sea Zeta- no daba señales de vida, aunque tampoco entendía bien para qué quería que me llamara si además no pensaba contestarle. Me imagino que anhelaba maquiavélicamente disfrutar la escenita donde ella marca mi número, suena, suena y suena hasta llegar a la vocecita esa que dice: su llamada será transferida a buzón, y entonces tendría que insistir una vez más hasta caer en cuenta que la voz al otro lado del teléfono nunca sería la mía, siempre sería la de la grabación. Pero ¡nooo! La vida no me regala ese tipo de detallitos. Así que jódame yo esperando una llamada que –obviamente- nunca llegó. Hasta las 10.27 de la noche timbró el tono avisándome la recepción de un mensaje nuevo, que textualmente decía así: “Espero hayas pasado un bonito cumple, un beso”. No supe qué pensar ni qué sentir. No era la clase de mensaje que esperaba.

“Espero hayas pasado un bonito cumple, un beso”. Desmenucémoslo:

1. ¿quién le dijo que mi cumpleaños ya había terminado como para que ella espere que haya sido bonito?
2. y si así fuera, ¿bonito de dónde?, ¿bonito de dónde?, ¿BONITO DE DÓNDE?
3. ¿qué la hace pensar que puede ser un bonito cumpleaños si me acaba de joder la vida hace menos de un mes?
4. ¿cree acaso que se puede tener un bonito día cuando la mujer deseada está planeando su mudanza con su nueva conquista al DF?
5. ¿de verdad se puede celebrar un bonito cumpleaños sin haberme merecido una explicación de los sucesos acontecidos?
6. ¿y ese forzado beso a mi me sirve de qué?
7. ¿dónde me lo acomodo?

O sea, de ese mensaje a nada, ¡prefiero nada! Con un poco más de vergüenza y sentido común sabría que en este momento mi vida no es bonita por ningún lado, que estoy luchando contra corriente para poder salir de este atolladero en el que estoy sumida gracias a su deshonestidad. Pero, ¡qué bonito detalle de su parte!, mal agradecida yo por no considerar el esfuerzo sobre humano que le habrá costado escribir ocho palabras.

Tengo el ego mancillado.


miércoles, 29 de octubre de 2008

Mi cumple!



Qué lindérrima sorpresita entrar a mi blog y descubrir que hay personitas que se toman el tiempo de leer este espacio mío donde vomito todos mis pensamientos y neurosis, y además se toman la molestia de felicitarme por mi cumpleaños.
Gracias a toda la gente que forma parte de mi vida aunque no tengan idea de que existe este sitio donde les agradezco su presencia constante, su cariño incondicional y todo el aprendizaje que –cual esponja- he absorbido de ellos.
También gracias a toda la gente que no me quiere, que de ellos también he recibido importantes lecciones.
A Zeta gracias por ya no estar.

¡Japi verdei tu mi!

martes, 28 de octubre de 2008

Un año más

me la robé de google

Estoy a menos de 12 horas de cumplir 37 años y no siento nada extraordinario. Sin embargo sí empiezo a reconocer el cosquilleo aquel que se acercó a mí cuando llegué a la tercera década de mi existencia, aunque aquella vez –cabe señalar- resultó en una crisis tremenda ¡ya tenía 30 años! Se me hacían un mundo de años metidos en una cara y un cuerpo que no aparentaban tal edad. Una sensación similar me visita hoy. 37 años, 37 años, 37 años. La neta sí son un montón, los cuestionamientos internos no se hacen esperar: ¿y qué has hecho de tu vida en estos 37 años Lía?, ¿has logrado una relación estable?, ¿tienes un buen trabajo/ingreso?, ¿tu relación familiar es buena?, ¿ERES FELIZ? ¡chale, cuántas preguntas sin respuestas objetivas!

¡Pero qué importa! Estoy contenta de recibir un año más.


viernes, 24 de octubre de 2008

Mala

google

¡Qué sabia la argentinita ésta! Ella es Liliana Felipe, adorada, venerada, inteligente y lesbiana. Toda ella lesbiana. Sin más qué decir.


mala porque no me quieres
mala porque no me tocas
mala porque tienes boca
mala cuando te conviene
mala como la mentira, el mal aliento y el estreñimiento
mala como la censura, como rata pelona en la basura
mala como la miseria, como foto de licencia
mala como firma de Santa Anna, como pegarle a la nana
mala como la triquina mala, mala y asesina
mala como las arañas mala y con todas las mañas
mala como el orden, la decencia, como la buena conciencia, mala por donde la miren
mala como una endodoncia, mala como clavo chato
mala como película checa mala como caldo frío
mala como fin de siglo
mala por naturaleza de los pies a la cabeza mala, mala, mala, mala pero ¡qué bonita chingaos!

Letra y voz: Liliana Felipe

jueves, 23 de octubre de 2008

Oui oui mademoiselle

corbis

¿Qué culpa tengo yo de no hablar francés? Ninguna, salvo el hecho de que no me interese aprenderlo. Apenas y hablo bien mi idioma natural, me esmero por mantener una buena ortografía aunque mi sintaxis y mi semántica no sean las mejores. Pero de inglés y de francés ¡nada de nada! Además nunca pensé que fuera un requisito básico-indispensable para que alguien quisiera establecer una relación romántica-amorosa conmigo. Aunque, bueno, ahora entiendo cuando se dice que las personas deben mantener “intereses comunes” para poder convivir, claro que yo pensaba que eso se refería a que tuviéramos afinidad en gustos tales como el cine, la diversión, la comida, la lectura, ¡no sé!, cosas con las que uno convive rutinariamente.


Pero -¡malas noticias para mí!- resúltase que a mi ex ejemplar femenino sí le interesa que su “pareja” cubra ciertos requisitos básicos-indispensables: hablar dos idiomas además del propio, pertenecer al rollo intelectual-artístico, ser apasionado del teatro –y no como espectador, sino como actor, escritor, productor, director y demás- disfrutar las trasnochadas con una copa de un buen vino tinto, un fondue, una tabla de carnes frías y quesos, mientras algún reconocido cantante francés -obviamente desconocido para mi- suena en la consola. La atracción física, la química sexual, la complicidad de los ojos, no importan, no son relevantes. Tampoco importa el tiempo y el espacio compartido, las atenciones recibidas, el amor desmesurado; ni las lágrimas ni las risas; ni los desvelos, ni los cuidados, ni los besos, ni los abrazos, ni los orgasmos. ¡No importan nada! No importan porque no hablo francés ni se puede programar conmigo un viaje a recorrer la Ciudad Luz –obviamente por mi incapacidad de poderme comunicar-; no importan porque no soy intelectual –aunque sí uso gafas, soy ávida lectora y conozco un poquitín de cine, música y literatura- ni tengo disposición por desvelarme cinco días de la semana en interesantes conversaciones ya que soy sólo una empleadita que se levanta al día siguiente para seguir su horario de oficina previamente establecido; no importan porque no sé distinguir entre un merlot, un cabernet sauvignon ni un carmenère.


Pero, ¿pues qué culpa tengo yo? Ninguna, sólo la de no haber querido aprender para no verla partir.


miércoles, 22 de octubre de 2008

Quédate

corbis
Hoy me levanté con otra mentalidad, como si yo no fuera yo y mi cuerpo hubiera sido invadido –pero no violentado- por alguien más, alguien más chingón que yo, alguien con más sentido común –o no necesariamente sentido común- pero definitivamente alguien con más dignidad, pundonor, orgullo y amor propio. Alguien que se mira al espejo y se encuentra guapa, interesante, con las marcas propias de una edad que ya no puede negar, a punto de cumplir un año más, tirándole a los cuarenta; alguien que observa su cuerpo sin miedo de reconocer marcas que sólo reflejan la vivencia de las experiencias.

Me gustó encontrar a ese alguien dentro de mí hoy que abrí los ojos, me gustó no reconocer a la personita que ha atentado contra mi integridad, haciéndome perder mi autoestima, lastimando mi valía, minimizando mis talentos y anulando mis bondades.

Qué placer desmesurado entregarle a cada quien su puñado de responsabilidades, no cargar culpas, dejar que cada cual se lleve todo eso que es sólo suyo, que yo siempre cargué y que nunca ha sido mío. Quiero que esa persona que hoy está dentro de mi se quede a vivir conmigo. No quiero cuestionar cómo dio conmigo, ni quiero que se sienta presionada y se marche.

Ojala que mañana que me mire al espejo, siga aquí.

domingo, 19 de octubre de 2008

No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió

me lo robé de google, sorry.

Claro, no es frase salida de mi inventiva. Agradezco a la vida que existan poetas tan alcance de mi mano para poder -de vez en vez- robarles sus creaciones. En este caso Joaquín Sabina me hace sentir que me volteó a ver, miró en mis ojos mi infinita y permanente desolación y decidió escribir una canción en honor a mí. ¡Qué suerte la mía!

Una noche me preguntó Abdel:

-¿Cuántas veces ha regresado Zeta a tu vida?

Me quedé pensando, alcé los ojos al techo mientras me bebía unos helados tragos de su caguama.

-Ninguna. Porque para regresar tienes que haberte ido una vez. Nada más una. Y si te vas, te vas y ya no vuelves. Así que Zeta nunca se ha ido y nunca ha regresado.

Está pero no está, es constante y no variable, pero no es presencial. Revuelvo mis pensamientos, me perdí en los recuerdos, o en los que creo que lo son; ya no sé bien si son reales o yo lo inventé. Me paso las horas pensando, ya no sufro, ya no lloro, ya no me angustio, ya no me quita el sueño, sin embargo no puedo dejar de pensar. Y añorar, añorar lo que nunca jamás sucedió: mi cuento de hadas en el que por fin ella decide quedarse, en donde por fin ella descubre que este es el lugar al que pertenece y por elección propia se estaciona y por fin echa raíces. Mi postal de vida, juntas compartiendo espacio, la cama y el tiempo. Juntas reconciliándonos con el pasado y forjando el camino para la dura convivencia diaria.

Pero no, eso no sucede, se asemeja en ocasiones, se me hincha el corazón de creer que esta vez sí será posible, pero no, al final la vida se vuelve a reír de mí señalándome con su dedo burlón, diciéndome que no, que ella no es para mí.

Y bien, entonces ¿Para qué sirve el coeficiente intelectual?, ¿acaso sólo para cultivarnos?, ¿para adquirir conocimientos generales de la vida y la historia que nos permitan establecer conversaciones interesantes con los demás?, ¿para qué sirve una licenciatura, una maestría, dominar dos idiomas además del natural, recorrer parte del mundo?, ¿en qué momento esos conocimientos crean un vínculo con las emociones?, ¡lástima caray! No existe instrucción académica forzosa –como las matemáticas, el español, la historia universal- para aprender a manejar con congruencia las emociones. Entonces, a + b = c, es decir, de nada sirve ser un erudito si no somos capaces de establecer relaciones –valga la redundancia- estables.

Y así me pasa con Zeta: toda ella tan culta, tan viajada, tan leída, hablando inglés y cantando en francés; con una impresionante comprensión de cuánto tópico se le cruce en frente, conocedora de la buena música, la buena comida, los buenos autores; rodeada de personajes maravillosos, todos ellos llenos de arte, conocimiento –que no sabiduría, cabe señalar- y siempre manteniendo conversaciones adultas tras una copa de vino tinto, con un tango de fondo. ¡Qué bonito todo! Pero ¿y el amor? Guardado, me imagino. No practicado. Y me quiebro una y otra vez la cabeza pensando: ¿y lo único que sabe hacer es huir ante la primera diferencia? ¡No me mames la corneta!, ¿dónde están todos los conocimientos adquiridos?, ¿para qué sirven? Para nada, para sentarme a escuchar la letra de Joaquín Sabina en voz de Adriana Varela, mientras me fumo 27 cigarros seguidos y me bebo unos pocos jaiboles.

Sentados en corro merendábamos, besos y porros
Y las horas pasaban deprisa entre el humo y la risa.
Te morías por volver con la frente marchita cantaba Gardel
Y entre citas de Borges Evita bailaba con Freud,
Ya llovió desde aquel chaparrón hasta hoy.

Iba cada domingo a tu puesto del rastro a comprarte
Carricoches de miga de pan, soldaditos de lata.
Con agüita de el mar andaluz quise yo enamorarte
Pero tú no querías más amor que el de río de la plata.

Duró la tormenta hasta entrados los años ochenta
Luego el sol fue secando la ropa de la vieja Europa.
No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió
Mándame una postal de San Telmo, adiós cuídate
Y sonó entre tú y yo el silbato del tren.

Iba cada domingo a tu puesto del rastro a comprarte
Monigotes de miga de pan, caballitos de lata.
Con agüita del mar andaluz quise yo enamorarte
Pero tú no querías más amor que el de río de la plata.

Aquellas banderas de la patria de la primavera
A decirme que existe el olvido esta noche han venido
Te sentaba tan bien, esa boina calada al estilo del Ché
Buenos Aires es como contabas, hoy fui a pasear
Y al llegar a la Plaza de Mayo me dio por llorar
Y me puse a gritar ¿dónde estás?

Y no volví más a tu puesto del rastro a comprarte
Corazones de miga de pan, sombreritos de lata.
Y ya nadie me escribe diciendo no consigo olvidarte
Ojalá que estuvieras conmigo en el río de la plata
Y no volví más a tu puesto del rastro a comprarte
Corazones de miga de pan, sombreritos de lata.

Con la frente marchita. Voz:Adriana Varela. Letra: Joaquín Sabina


viernes, 17 de octubre de 2008

Tendría que llorar o salir a matar

“no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”
joaquín sabina

Hace ocho días me senté enfrente del mismo monitor donde estoy ahora y redacté un texto sobre la lista interminable de “las Veros” de la vida de Zeta. Zeta, esa mujer que me revoluciona, que domina mis acciones, que acrecienta mis deseos. La misma que me hace ver lo anormal como normal. Aquella que me ha hecho “comprender” que en la vida se puede practicar la infidelidad –que al mismo tiempo no es infidelidad porque no mantenemos una relación formal-; el poli-amor -¿qué le hace andar con dos personas al mismo tiempo si todos participan?-; y que además me repite en cada oportunidad que se le presenta, que yo soy la única constante de su vida. ¡Vaya privilegio!

Pues en ocho días ya cambió de ejemplar, la última “Vero de su vida” ya no se llama Vero, ya tiene otro nombre. Y el nombre –obviamente- es lo de menos.
No sé cómo hago para no llorar, no sé como hago para no permitir que esto me doble. O tal vez sí lo sé, no puedo quebrarme ante una acción tan ruin, que –además- yo he permitido que suceda cada uno de los ocho años que me he mantenido a su lado. No puedo ser más estúpida sólo porque no soy más grande y más gorda. Si tuviera más masa corporal seguramente mi estupidez aumentaría en volumen.

Me siento de la verga, pero eso nadie lo va a saber.

jueves, 16 de octubre de 2008

Sin título # 1

corbis
Así me siento hoy: chiquita, asustada y con el alma dolida.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Ociosa reflexión: el reciclaje lésbico

corbis, mi cleptomanía perenne

Es muy característico en el ambiente lésbico eso de andar con la ex novia de la mejor amiga de la mejor amiga de la ex novia de la novia de la ex amiga. Toda una madeja enredada.
Ahora resulta que Lulia, una de mis ex novias –la última formal porque Zeta no cuenta- anda de novia con la mejor amiga de una de sus ex novias con la que anduvo en un ínter en el que se enfadó de mí y corrió a ver si le iba mejor. Probó, se arrepintió y regresó. Y como dato curioso, la nueva novia de Lulia cumple años el mismo día del mismo mes que yo, aunque con vario año de diferencia, eso sí. No podrá no recordarme. ¡Qué risa que me da! Y así empieza la maraña tipo The L Word donde todas hemos andado con todas.

Lulia era –hace tres años- una jovencísima mujercita, de lindos ojos, piel blanca como la porcelana, una boca rosa, y nariz aguileña. El amor imposible de la hermana de Zeta –el perenne amor de mi vida- aunque aún Lulia no sabía bien qué era lo que sentía por las mujeres, hasta que descubrió que los ojos se le iban tras de mí cada vez que yo andaba por ahí. Y así, dejé yo a Elsa -quien en ese momento era mi novia aún cuando nunca dejé de mantener una relación con Zeta- y me fui tras la fresca piel de Lulia que no dejaba de seducirme. La hermana de Zeta me odió por no hacerme a un lado sabiendo de antemano que ella moría por Lulia. Zeta se sorprendió cuando le pedí licencia indefinida para ausentarme de nuestra extraña relación, pero como siempre, me respetó y se mantuvo al margen hasta que Lulia partió definitivamente de mi vida. Elsa se desbordó en rabia, escupió veneno y de la mano de la hermana de Zeta –a quien aún no le encuentro un buen alias- armaron una gran telaraña de chismes y obstáculos para que mi nueva relación no funcionara. Lo que no sabían ellas es que mi relación no iba a funcionar y no por ellas, sino porque no había futuro por donde se le viera. Fue tal su complicidad que el resultado fue obvio: cama y noviazgo. Así que en el fondo le hicimos un gran favor a Elsa y a la hermana de Zeta: curaron sus amores por nosotras y aún mantienen su relación amatoria aunque sigamos sin ser bienvenidas a sus vidas. Lulia volteó sus ojos a la mejor amiga de su ex novia y yo me regresé, como siempre y cada vez- a los hermosos y dorados brazos de mi princesa de mi cuento infinito: Zeta.


martes, 14 de octubre de 2008

Ficticia realidad

foto robada de corbis, cleptómana yo

Ayer tuve mi segunda sesión con Carmen, mi terapeuta. La verdad que me fue muy bien, toda ella me viene bien, maneja el humor negro, el sarcasmo y la ironía al mismo nivel que yo, así que la hora de terapia se traduce en hartas risas, chistes y uno que otro putazo en mi fragilísima persona ¡ja!

Hablamos de las ilusiones y los fantasmas. Según Carmen, o más bien, según el empujoncito que me dio, caí en cuenta que mi más grande temor no es perder a Zeta –ya que he estado acostumbrada a estar largos períodos sin ella- sino a perder la ilusión. ¿Cuál ilusión? La de creer que un día mágicamente ella va a cambiar, se va a ajustar a mis necesidades, se desbaratará de amor, atención y detalles hacia mi; por fin crearemos una postal de vida como esas imágenes de las revistas caras, rodeadas de plantas, perros, gatos, canarios, una sala mullida y cálida, una terraza confortable frecuentada por amistades comunes y una gran cocina donde podré saciar mis talentos culinarios. Pero sobre todo, esa ilusión donde ella no tendrá ojos para más mujeres, ser puta dejará de ser su deporte favorito, no será necesario inflar su ego a través de las palabras y curvas de otro puñado de mujeres; mis palabras, halagos, atenciones serán suficientes y seremos felices, tan felices para siempre.
Ese es mi verdadero temor, aterrizarme en la realidad, dejar de vivir en la ilusión, donde tal vez un día me recrimine no haberla esperado más tiempo. Y es en ese preciso momento donde los fantasmas se hacen presentes.

-¿Cuál es el significado de fantasma? –le pregunté a Carmen.
- Es algo que no existe, pero que asusta.

¡Verga! Y según parece yo estoy llena de ellos. Muchos tal vez ni existen, ni son míos, me los he ido apropiando de los adjetivos calificativos con los que la gente me ha ido catalogando; otros tantos los he recogido en el camino nomás por samaritana y altruista. Sin embargo todos ellos me atemorizan, me angustian y me escondo detrás de la realidad.

-¿Has pensado que tal vez la realidad no duela?
-No entiendo, Carmen.
-¿Has pensado alguna vez que la realidad sólo es?
-¿Sólo es qué?
-Sólo es. No tiene que doler, ni ser trágica. Tienes miedo de enfrentar tu realidad y tal vez sea menos dolorosa de lo que piensas. Tus ilusiones y tus fantasmas compiten, nunca ganan y ambos están fuera de tu realidad.

¡Verga, otra vez! Me la he pasado creándome una ficticia realidad –frase que Carmen disfrutó tanto y se rió hasta más no poder hasta declararme loca textualmente-.

Me he comprado y me he vendido mis historias a mi gusto, me acostumbré a colgarme adjetivos calificativos de las apreciaciones que los demás tienen de mí y decidí que era más fácil culparme, recriminarme, regañarme y castigarme. Pero un buen día me sentí agotada, me cansé del lastre del saco de piedritas que arrastro día a día, perdí los poderes de wonder woman y entendí que lo único que quiero es serenidad. No es necesario que el corazón se acelere a mil por hora por su ausencia, no es necesario que me angustie por no recibir su llamada, no es sano que llore noche tras noche esperando su regreso. Crecer y conectarme conmigo misma. Satisfacer mis propias necesidades. Entender, por fin, que nuestro crecimiento emocional es indirectamente proporcional a nuestro amor. Hoy no embonamos. De mañana, no quiero pensar.