miércoles, 22 de octubre de 2008

Quédate

corbis
Hoy me levanté con otra mentalidad, como si yo no fuera yo y mi cuerpo hubiera sido invadido –pero no violentado- por alguien más, alguien más chingón que yo, alguien con más sentido común –o no necesariamente sentido común- pero definitivamente alguien con más dignidad, pundonor, orgullo y amor propio. Alguien que se mira al espejo y se encuentra guapa, interesante, con las marcas propias de una edad que ya no puede negar, a punto de cumplir un año más, tirándole a los cuarenta; alguien que observa su cuerpo sin miedo de reconocer marcas que sólo reflejan la vivencia de las experiencias.

Me gustó encontrar a ese alguien dentro de mí hoy que abrí los ojos, me gustó no reconocer a la personita que ha atentado contra mi integridad, haciéndome perder mi autoestima, lastimando mi valía, minimizando mis talentos y anulando mis bondades.

Qué placer desmesurado entregarle a cada quien su puñado de responsabilidades, no cargar culpas, dejar que cada cual se lleve todo eso que es sólo suyo, que yo siempre cargué y que nunca ha sido mío. Quiero que esa persona que hoy está dentro de mi se quede a vivir conmigo. No quiero cuestionar cómo dio conmigo, ni quiero que se sienta presionada y se marche.

Ojala que mañana que me mire al espejo, siga aquí.